El IEB – institución global de referencia en formación financiera y jurídica- presentó el día 30 de marzo el estudio “Cinco claves financieras contra el cambio climático” bajo la dirección de Manuel Gómez Gutiérrez-Torrenova. Los mercados financieros han venido desarrollando competencias relacionadas con el cambio climático, la sostenibilidad y el impacto potencial de sus inversiones durante la última década. Recientemente, reguladores y actores de primera magnitud en el sistema financiero han lanzado la voz de alarma respecto al impacto del cambio climático sobre los activos reales y financieros.
La presentación del informe ha contado con la participación de Valvanera Ulargui Aparicio, Directora General Oficina Española de Cambio Climático; Mario Ortega Párraga, Senior Manager de Gobierno, Riesgo y Cumplimiento de KPMG en España y Elena González Sánchez, Directora de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Energéticos (ANESE).
¿Cuáles pueden ser las claves que favorezcan la transición hacia una economía de carbono? El informe resalta las siguientes cinco claves financieras contra el cambio climático:
1.- El atractivo de las inversiones verdes en un contexto de bajos tipos de interés
El trinomio rentabilidad – plazo – volatilidad parece jugar a favor de la economía verde, al menos en términos relativos, respecto a otras alternativas de inversión. En una coyuntura de bajos tipos de interés, la rentabilidad de los proyectos ligados al desarrollo de infraestructuras sostenibles resultan extremadamente atractivos. El tipo de interés medio a largo plazo en las economías de la OCDE viene situándose en los últimos 5 años en la horquilla entre el 0% y el 4%, frente a esta situación, contrastan las rentabilidades medias de los proyectos de la nueva economía verde.
Gómez Gutiérrez-Torrenova explica que “existe una substancial prima de rentabilidad por cada euro invertido en el sector verde frente a los tipos de interés de referencia en el mercado a largo plazo. La principal razón del incremento en la rentabilidad de estos activos es sin duda el alto grado de competitividad de las tecnologías sostenibles”.
2.- La transición hacia una economía en bajo carbono no resulta tan cara y supone un gran negocio
Los debates y reflexiones alrededor de la sostenibilidad, energías renovables, economía verde, etc… se presentan habitualmente distorsionados por una alta carga ideológica que dificulta un análisis sereno y objetivo desde un punto de vista estrictamente económico. En la mayoría de los casos, resulta prácticamente inevitable para el gran público asociar desarrollo sostenible o sostenibilidad con un alto coste. No obstante, recientes estudios concluyen que la transición hacia una nueva economía de bajo carbono, lejos de resultar prohibitiva, parece alcanzable e incluso más barata de lo estimado.
Según datos de la OCDE el coste marginal de desarrollar las infraestructuras necesarias a nivel mundial desde un punto de vista sostenible en los próximos 15 años, resultaría insignificante. Por otro lado, según los mismos datos de OCDE serían necesarias inversiones anuales superiores a un trillón de dólares USD en este tipo de proyectos. HSBC cifra en un volumen superior a 2 trillones de dólares anuales el volumen de negocio estimado para la economía verde en 2020.
3.- Nuevos instrumentos financieros específicos
Proliferan nuevos métodos de financiación e instrumentos a disposición de los promotores y ejecutores de los proyectos relacionados con las políticas de lucha contra el cambio climático. Desde el IEB destacan que la “financiación verde” supone una alternativa razonable para organizaciones tanto públicas como privadas que cobra especial relevancia en mercados altamente bancarizados como el español.
Gómez Gutiérrez-Torrenova ilustra como ejemplo esta tendencia con el crecimiento de los bonos verdes. “El mercado de bonos verdes nació en 2007, con la mayor parte de estos bonos emitidos por el Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional. El mercado de estos bonos ha crecido sistemáticamente desde entones. Con apenas 4.000 millones de USD emitidos en 2010 hasta cifras cercanas a los 70.000 millones en 2016”, (datos de Bloomberg y el Banco Mundial).
4.- El riesgo financiero sistémico de una transición tardía y brusca
Existe un importante riesgo, potencialmente sistémico desde el punto de vista financiero, si la adaptación a una economía basada en bajo carbono se produce de manera tardía y abrupta. En tal supuesto, la necesidad de abandonar el modelo productivo y de infraestructuras basado en combustibles fósiles implicaría un abandono súbito de determinadas tecnologías y modelos de negocio. El problema es que esto supondría una revaluación (devaluación) de activos y empresas que en la actualidad figuran en los balances del sistema financiero. Por ejemplo, el consejo Europeo de Riesgo Sistémico ha cifrado en 1.061 billones de Euros la exposición de las entidades financieras europeas a activos de compañías de Oil&Gas.
5.- Progresiva descarbonización de carteras en el mercado de capitales
El mercado de capitales también se posiciona ya ante los riesgos y oportunidades destacadas en el informe elaborado por el profesor del IEB. Algunos de las principales gestoras y fondos de inversión han comenzado una progresiva “descarbonización” de sus carteras, deshaciendo posiciones materializadas hasta ahora en empresas y activos ligados a actividades y recursos contaminantes. La importancia de algunas de estas decisiones transciende la mera esfera económica, señalando una tendencia cada vez más generalizada. El informe concluye con este punto que “Más allá de medidas más o menos – cosméticas – detalladas en las memorias de los fondos de inversión o sus gestoras, se perciben claramente tendencias subyacentes que afectan a las inversiones y marcan el posicionamiento estratégico a largo plazo que irá progresivamente consolidándose en el mercado de capitales”.